Especies marinas para pescar a mosca

La pesca a mosca en el mar es una modalidad que empieza a abrirse paso en nuestro país y cada día son más los aficionados que la practican, pero en otros lugares del mundo, como los Estados Unidos, la pesca en el mar con sedal pesado y moscas como señuelo es una realidad desde hace bastantes años y se puede decir que cuenta ya con una cierta tradición, aunque sea, también allí, una exigua minoría los pescadores recreativos que la practican con regularidad.

¿Qué peces marinos son susceptibles de ser pescados con mosca?

Se puede afirmar que, dependiendo de los medios, lugares y técnicas, existe un nutrido grupo de especies pescables con sedal pesado. Entre ellas: la fiera Anjova (Pomatomus saltatrix), el receloso Mújol o Lisa (Mugil cephalus, Liza cephalus y Oaedecheilus labeo), la menuda Oblada (Oblada melanura), la bella Llampuga (Coryphaena hppurus), la combativa Palometa blanca (Trachinotus ovatus), la ubicua Caballa (Scomber scombrus), el Jurel (Trachurus trachurus), el Abadejo (Pollachius pollachius), la Serviola o Pez Limón (Seriola dumerilii).


¿Qué tienen en común peces que los hacen idóneos para esta pesca?

La pesca con mosca se ve favorecida por la ubicación usual de la especie, al menos en alguna época del año, en la superficie del agua o sus inmediaciones, lo que permite su localización visual por el pescador y favorece la pesca a pez visto, no al agua; tal es el caso de la Anjova, la Llampuga o el Listado. Aunque con más propiedad se debería decir a cardumen detectado, pues las más de las veces lo que observará el pescador no son los propios peces sino signos inequívocos de su presencia comiendo en superficie (pececillos que saltan sobre el agua, charranes que pican sobre un banco de boquerones perseguido por un cardumen de anjovas, etc.)

Otro rasgo deseable es un marcado gregarismo de la especie, su tendencia a formar bancos más o menos nutridos, que hace posible tanto la ejecución de un número alto de lances como explotar la competencia específica por el alimento que se establece entre los distintos ejemplares del cardumen. Como ejemplos de éstos pueden citarse la Caballa, su pariente el Estornino (Scomber japonicus) y el Pez Ballesta (Ballistes carolinensis).

Asimismo, el comportamiento alimentario de la especie puede jugar a favor del pescador y lo hará en aquellas de una marcada voracidad como predadores de superficie o de la columna de agua, que incluyan en su espectro trófico un amplio número de presas potenciales (pececillos, jóvenes sepias, gambas, etc.) y que estimula en el pescador la creatividad en esa otra faceta de la pesca con sedal pesado que es el atado de moscas. Así ocurre con la Melva (Auxis rochei), el Bonito de altura (Katsuwonus pelamis) y muchos otros túnidos.

Si una especie presenta todos estos caracteres, siendo además combativa cuando siente clavado el anzuelo en su boca, espectacular con sus saltos sobre el agua, alcanza tallas y pesos notables y tiene una bella librea, estaremos entonces ante el pez ideal para el mosquero marino. Quizás la Llampuga o Dorado de mar pueda ser escogido como ejemplo.

Pero existen muchas otras especies marinas que se aproximan a este perfil del pez mosquero ideal y que pueden ser engañadas por la mosca, tanto desde embarcación como desde puntas, malecones, playas, etc.; la bella Lubina (Dicentrarchus labrax), su pariente la punteada Baila (Dicentrarchus punctatus) que cazan en las escolleras y rompientes o el crecido Pargo (Pagrus pagrus) que muerde en los bajos rocosos, pueden servir como ejemplos, a los que se unirán también Jureles, Barracudas (Sphyraena sphyraena), …etc.

Peces que serán tentados con pequeñas moscas en superficie y finos sedales flotantes, como las Lisas o Mújoles, o con gruesas moscas lastradas y sedales de hundimiento rápido, como el Pargo; con moscas que imiten a pececillos blancos, a diminutos camarones, a miga de pan, …etc.

En resumen, todo un mundo por descubrir, un área para experimentar y aprender y sobre todo para cultivar nuestra pasión de mosqueros. Ahora entre todos debemos contribuir a establecer el mejor periodo del año, los mejores momentos, las moscas imprescindibles, las cañas, carretes y resto del equipo más adecuado.